sábado, 13 de diciembre de 2008

APRENDAMOS DE LOS CHICOS.... ¿Por qué no ser un poco más cuestionadores?


Una gran mayoría de los chicos se comporta de manera rebelde y cuestionadora. Todo lo ponen en tela de juicio, no se resignan a una explicación a medias y desafían el límite, pero mayormente porque creen que el límite impuesto es injusto o erróneo.
Los docentes, en cambio, aceptamos teorías que, como “están estudiadas por un grupo especializado, seguramente son innovadoras”, tomamos cursos y, aún cuando nos parezca que alguno de los mismos fue “una porquería que sólo nos permitió obtener una centésima más de puntaje”, jamás lo diremos.
Cuando, como docente y como mamá, concurrí a las reuniones previas a la Reforma de la Ley de Educación, observé que todos estaban de acuerdo y les resultaba maravillosa. En un momento, levanté la mano para preguntar:
- Me parece excelente la idea del secundario obligatorio, pero... ¿cómo lo van a implementar... si en la actualidad ni siquiera hay escuelas públicas para contener a toda la población primaria? ¿Cómo harían, si no hay edificios suficientes y en condiciones, para que el alumno secundario que no pueda pagar un establecimiento privado, no quede fuera de sistema y fuera de la ley también?
Todos me miraron raro. Como se mira a esa persona molesta que “sale con un martes 13” cuando hay algo resuelto. Como si nadie se planteara estos cuestionamientos o fuera capaz de ver, no lo negativo, sino la realidad de un proyecto que dibujado en papeles parece fantástico, pensado para que ningún alumno quede afuera, y cuando haya que llevarlo a la práctica, más de la mitad de la población entre 13 y 18 años, resulte excluida.
Se me contestó que eso se vería después. Todos votaron a favor de la reforma. ¡No!!! Por eso las cosas en Argentina no funcionan. Eso SE CUESTIONA ANTES. Después, cuando la ley ya está en marcha ¿Cómo se resuelve? ¿Emparchando? ¿Volviendo atrás?... Y esto, por dar un solo ejemplo. Pero podría dar muchos ejemplos más de los errores que cometemos los adultos por no cuestionarnos.
Nosotros venimos de dictaduras. De aceptar. De callar. De instituciones en las que cuestionar era cruzar peligrosamente el límite de lo “socialmente correcto“. De una mentalidad en la que pensar diferente era sinónimo de ser subversivo. No teníamos necesidad de elegir. Eso era así y punto. Ahora vivimos un presente distinto. Algunos opinan que “nos fuimos al otro extremo”. Para mí, esto no es ni mejor ni peor. Como dije, es, simplemente, distinto. Jamás se vuelve atrás. Tenemos que aprender a estar al frente de generaciones cuestionadoras y rebeldes. Tenemos que aprender a enseñarles que el cuestionamiento es bueno, cuando va acompañado por el respeto hacia el semejante. Y tendremos que aprender a tener buenas razones, para que tengan más peso propio que el cuestionamiento en sí.
La única forma de hacer del cuestionamiento algo enriquecedor es amalgamarlo con la filosofía... y aprender a escuchar al otro. Que tanto chicos como adultos aprendamos, no a cuestionar porque sí algo externo, sino a cuestionarnos internamente (por qué opinamos diferente, por qué una regla o norma nos parece acertada o no)... Y, a la par del cuestionamiento, buscar la solución... Y, como cada uno tendrá su propia idea de una buena solución, juntaremos una gran cantidad de puntos de vista distintos sobre una misma situación. ¿No es esto sumamente enriquecedor?

Te recomiendo leer “INTELIGENCIA”, de Osho. De él extraigo este párrafo:

“Toda mi vida, desde la infancia a la universidad, he sido condenado por ser desobediente. Y yo insistía: “No soy desobediente. Simplemente estoy tratando de discernir, con mi propia inteligencia, qué es lo correcto, qué se debería hacer. Y tomo toda la responsabilidad de ello. Si algo va mal, fue mi culpa. No quiero condenar a otra persona porque me dijo que lo hiciera”. Pero era difícil para mis padres, para mis maestros, profesores.
En la escuela era obligatorio llevar gorra, y yo entré a la escuela secundaria sin gorra. El maestro preguntó inmediatamente:
-¿Estás al tanto o no de que las gorras son obligatorias?
-Algo como una gorra no puede ser obligatorio. ¿Cómo va a ser obligatorio ponerse algo en la cabeza? La cabeza es obligatoria, pero no la gorra. Y he venido con la cabeza; usted, quizá, ha venido sólo con la gorra -respondí.
-Pareces un tipo extraño. Está escrito en el código de la escuela que ningún estudiante puede entrar en la escuela sin una gorra.
-Entonces, habrá que cambiar el código. Fue escrito por seres humanos, no por Dios; y los seres humanos cometen errores. –El maestro no daba crédito a sus oídos.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué no te pones simplemente una gorra? -insistió.
-La gorra no es el problema; quiero averiguar por qué es obligatoria, sus razones, sus resultados. Si usted no es capaz de explicarlo, me puede llevar al rector y podemos discutirlo.
Tuvo que llevarme a ver al rector.
En India, los bengalíes son los más inteligentes; no llevan gorro. Y los punjabíes, los de Punjáb, son los menos inteligentes, son gente simple, y llevan turbante. Así que dije al rector:
-Examinemos la situación: los bengalíes no llevan ningún gorro y son las personas más inteligentes del país, y los punjabíes no sólo llevan gorro, sino un turbante muy apretado, y son los menos inteligentes. Si realmente tiene algo que ver con la inteligencia, prefiero no correr el riesgo.
El rector me escuchó y dijo:
-El chico es obstinado, pero lo que dice tiene sentido. Nunca había pensado en ello; es verdad. Y podemos hacer que el código deje de ser obligatorio. Quien quiera llevar gorra, puede llevarla; el que no quiera, no tiene que hacerlo porque no tiene nada que ver con la enseñanza.
El maestro no daba crédito a sus oídos. Cuando íbamos de vuelta, me preguntó:
-¿Qué has hecho?
-No he hecho nada, simplemente he explicado la situación. No estoy enfadado, estoy muy dispuesto a llevar la gorra. Si le parece que es buena para la inteligencia, ¿por qué llevar sólo una? ¡Puedo llevar dos gorras, tres gorras, unas encima de otras, si son buenas para mi inteligencia! No estoy enfadado, pero tiene que demostrarme su utilidad.
El maestro me dijo, todavía recuerdo sus palabras:
-Tendrás dificultades toda tu vida. No encajarás en ninguna parte.
-Eso está muy bien –repuse-, pero no quiero ser un idiota y encajar en cualquier parte. Es bueno ser un “inadaptado” pero inteligente. ¡Y he venido a la escuela a aprender inteligencia, para poder ser un inadaptado inteligentemente!. Por favor, no vuelva a intentar nunca cambiarme de ser un individuo a ser una pieza de la máquina.
A partir del día siguiente, las gorras desaparecieron; sólo el maestro había venido con gorra. Y cuando miró a la clase y por la escuela... Porque había entrado en vigor la nueva norma de que las gorras no eran obligatorias, y todos los demás profesores, incluso el rector, habían venido sin gorra. Se veía ridículo. Le dije:
- Aún hay tiempo. Puede quitársela y metérsela en el bolsillo -¡Y lo hizo!
- Muy bien. Si todos están en contra de la gorra... Yo simplemente obedecía la ley.
Así que recuerda, cuando hablo de desobediencia no me refiero a sustituir la obediencia por la desobediencia. Eso no te mejorará. Uso la palabra “desobediencia” sólo para hacerte entender que depende de ti, que tú tienes el factor decisivo en todas las acciones de tu vida. Y eso te da una fuerza tremenda, porque todo lo que haces lo haces con un cierto apoyo racional. Simplemente, vive de manera inteligente.”

sábado, 29 de noviembre de 2008

Gran error docente Nº1: El escasísimo tiempo de práctica de un tema nuevo EN CLASE. - La tarea.


Los chicos saben que para andar en roller o en bicicleta tienen que subirse y andar y caerse... una y otra y otra vez. Unos entienden más rápidamente cuestiones de equilibrio, cómo doblar, cuándo frenar... a otros les lleva más tiempo. A la larga, todos lo logran. Pero, claro, en general, sus papás, hermanos mayores o un amigo más experimentado, le explican cuál es el mecanismo. También es cierto que la sensación de “andar en bici” (o rollers) es placentera, al punto de querer reintentar a pesar de las caídas.
“El cerebro es un músculo –decía un profesor mío de Didáctica de las Ciencias Naturales- Y como tal, hay que ejercitarlo para que no se atrofie con el tiempo”.
Bien. La práctica ideal para adquirir conocimientos matemáticos o lingüísticos, no se logra ni en la escuela, ni en la casa. Y debido a que no se alcanza el tiempo de práctica necesario, los chicos no llegan a adquirir los conocimientos mínimos elementales, ni la seguridad en cuanto a su aplicación...

¿Por qué en la escuela no logramos el tiempo de práctica?

Hay gran cantidad de temas que se repiten de un año a otro y, en teoría, deberían profundizarse. Pero, a menudo, uno se encuentra con que los chicos olvidaron completamente lo que vieron el año anterior. Así, un tema que sólo teníamos previsto como repaso, lleva un tiempo mucho más prolongado (a veces, hasta requiere comenzar “de cero”), y los siguientes temas relacionados comienzan a acumularse. (Por ejemplo, uno de los mayores problemas que tienen los chicos de 4to. a 6to. grado se da con MCM, DCM, ángulos. O de 3ro. a 5to. con reconocimiento de sustantivo, adjetivo, verbo y su clasificación. A los 12 años, es probable que no sepan trabajar en equipo ni realizar lecturas comprensivas).
El primer intento que vi que realiza la mayoría de los docentes, con ánimo de superar esta situación, es que el repaso se realice en casa, como tarea.
La tarea se convierte en una tortura para los padres y no funciona en lo absoluto como respuesta a la situación antes prevista.

¿Por qué la tarea no es una solución, sino un nuevo problema?

Por los siguientes puntos:
* La mayoría de los padres trabaja y tiene horarios demasiado estructurados, demasiado ocupados. A la hora que podrían acompañar a sus hijos, ellos están cansados y se dispersan con facilidad, no quieren hacer nada y la tarea se convierte en un “tire y afloje”, o peor, en un campo de batalla.
* En Argentina, la mayoría de las familias tipo tienen dos, tres hijos o más. Ante la imposibilidad de ocuparse de todos a la vez, los padres delegan a veces en el hermano mayor el acompañar en la realización de la tarea. Para el hermano mayor, es más fácil hacerla, que explicarle o esperar los tiempos más prolongados de su hermanito.
* Los padres descubren que no entienden o desconocen el tema de la tarea. En la carpeta no se tomó nota de la teoría con los ejemplos correspondientes (o se lo hizo muy escuetamente), de manera que el padre desconoce el tema y no sabe dónde, o cómo informarse para re-explicárselo a su hijo. Vi muchísimas carpetas en las que sólo se asienta la ejercitación que se realizó en el colegio, porque “lo que explicó la seño está en el manual”, y en el manual está en forma tan mínima, que los padres no tienen realmente a quién recurrir. Un ejemplo claro y real: 3er. grado. Varias páginas del manual, de diferentes temas (no relacionados entre sí) como tarea (Excesivo. La práctica de demasiados conceptos juntos, confunde en lugar de fijar conocimientos). Una de las consignas de uno de los ejercicios: "Encuentra el cociente según la tabla pitagórica". La mamá y la abuela no recuerdan qué era el COCIENTE (Y no prejuzguemos: NO TIENEN POR QUÉ SABERLO. LOS MAESTROS SOMOS NOSOTROS). Tampoco saben qué será la TABLA PITAGÓRICA. Se desesperan por averiguarlo. Le preguntan al niño (el chiquito...¿no prestó atención o el tema se dio como tarea repaso y no lo vieron en clase?). Consultan por teléfono, hasta que dan con alguien que lo sabe, pero ya pasó tanto tiempo que es preferible que lo copie en lugar de resolverlo. Nuestro alumno ya odia el tema antes de aprenderlo. Hasta es probable que ante alguna tarea “se enferme”, aprenda a mentir (“me olvidé las hojas en casa”, “lo dejé debajo del banco y no pude hacerlo”, “¿no lo llevó para corregir? entonces lo habré perdido”, etc. etc.). MUY POCAS VECES UN ALUMNO DIRÁ “NO LO ENTENDÍ” (por no pasar vergüenza, por no escuchar “¿y dónde estabas cuándo lo expliqué, querido?”, o por lo que sea).

En resumen:

* Los maestros siempre decimos que poner límites es una responsabilidad de la familia, en la que la escuela acompaña. Entonces, tengamos en cuenta que LA ENSEÑANZA DE CONOCIMIENTOS ES UNA RESPONSABILIDAD DE LA ESCUELA, EN LA QUE LA FAMILIA SÓLO DEBE ACOMPAÑAR. No es responsabilidad de ningún padre ni hermano mayor enseñarle ningún tema a un chico (ni siquiera al niño que molesta o no hace nada en la escuela).
* Hagamos placentero el aprendizaje. No sólo divertido, sino placentero. Seamos capaces de reír, de abrazar, de conversar, de relacionarlo con cosas de la vida cotidiana. Dejemos nuestras broncas, tristezas y decepciones en la puerta, para poder ver las broncas, tristezas y decepciones de nuestros alumnos.
* Repasemos y practiquemos juntos en la escuela.
* No corramos con diez temas a la vez. Vayamos paso por paso. Cuando quedó claro “múltiplos”, cuando se practicó lo suficiente (en clase), cuando ya todos lo comprendan, recién pasemos al “múltiplo común”. Y recién cuando quedó claro esto, a encontrar el “múltiplo común menor”. Y después a las diferentes formas de hacerlo. Sé que parece una pavada, pero es horrible lo que se ve desde afuera como maestra de apoyo. Hay temas que se "¿enseñan?" en dos horas de clase, se repasan como tarea, y jamás se aprenden.
* A veces, los repasos tediosos son necesarios. En el mundo adulto, también nos vemos obligados a hacer cosas tediosas y la solución no es dejar de hacerlas, sino intercalarlas con otras que sean más dinámicas y divertidas. Entonces, la forma de alivianar el repaso “pesado” es intercalarlo con algo placentero (por ejemplo, luego de la clase de Educación Física, donde hay mucho movimiento, gran desgaste físico de energía, y un ambiente lúdico, será más fácil permanecer sentados y concentrados en un tema, ya al volver al aula).
* Tengamos siempre presente que, como dice el escritor Oscar Capobianco, "Si el mundo fuera llano, no aprenderíamos a saltar"

"QUE LA ENSEÑANZA SEA PARA LOS DOCENTES UN GRAN DESAFÍO QUE NOS ESTIMULE PARA IR MÁS ALLÁ, PARA BUSCAR NUEVOS CAMINOS..."

¡Mucha suerte!

domingo, 23 de noviembre de 2008

Opiniones diversas sobre educación


"El colegio donde me mandaron es un gran rollo mío, allí me enseñaron mucho, pero al mismo tiempo aprendí que la sociedad quiere que seas una marioneta: cuanto más famoso y mejor es el colegio, más marioneta vas a salir o, si no, más loco. Yo salí loco."


LUCA PRODAN
Músico de rock ítalo-argentino
(1953-1987)

domingo, 9 de noviembre de 2008

El propósito de este blog: Comunicarnos - Reaprender


- Soy docente, pero no ejerzo en ningún colegio... -es mi respuesta obligada cuando preguntan mi profesión.
Y entonces llega la re-pregunta: “- ¿Por qué?”. O la re-respuesta (totalmente desacertada):

- "Claro, hoy en día, aguantar a los chicos es difícil...”.
Y no, no tiene nada que ver con los chicos. Sí. Acepto que estén más rebeldes, cuestionadores, violentos, que en anteriores generaciones. También es evidente que nosotros, los adultos, no estamos “haciendo las cosas bien” (y no es sólo una cuestión de límites).
No soy maestra porque entiendo más el malestar, la abulia, el desgano y el rebelarse de los chicos, que al viejo sistema educativo reformado, re-reformado y lleno de remiendos (“prestados” de sistemas educativos que funcionaron -o no- en otros países). Entiendo más los cortos tiempos de atención de los chicos (relacionados con un mundo atiborrado de mensajes audiovisuales que nosotros, los adultos, fabricamos), que a la estructura educativa, a veces absurda, en un mundo roto, fragmentado, desestructurado, y con pocas posibilidades de reconstruirse si no elegimos cuidadosamente los “elementos”, los valores con los cuales restaurarlo (hacerlo, y no “decirlo”, para quedarnos luego impasibles en las palabras). Entiendo más la abulia de los chicos, que el “intentar hacer” de todos los que somos protagonistas de este sistema educativo, que trabajamos desde la teoría, sin escuchar ni respetar al alumno como persona.
Hagamos una mirada “hacia adentro”... hacia nuestro propio interior, y busquemos (con objetividad y sin sentirnos movidos a justificarnos) qué es lo que estamos “haciendo mal”. No tengamos la soberbia de no querer verlo.
¿Vieron la película “Patch Adams”? Si no lo hicieron, se las recomiendo. Véanla una y otra vez. Hagan un paralelo entre lo que ocurre en ese film con la medicina y lo que ocurre (al menos en Argentina) con la docencia. ¿Sabemos o hacemos? ¿Damos o pedimos? ¿Pedimos o exigimos? ¿Hablamos, escuchamos, nos damos tiempos, o estamos siempre corriendo porque así son las exigencias? ¿Es muy idealista lo que digo? Y sí, pero también es muy realista. En el camino hacia el ideal alcanzamos la excelencia. ¿Se preguntaron alguna vez por el significado de “la excelencia” en el trabajo docente? Para mí, sería poner todo (el amor, el conocimiento, la alegría, el cuidado, el respeto por las individualidades... todo) en nuestra “cartera” y llevarlo al colegio. Prepararnos cada mañana con la misma emoción con que iríamos a una cita el sábado... Y sí... Ya sé que no es lo mismo, que tenés mil obligaciones, que a veces los chicos “te vuelven loca”, que... no importa. Olvidate de eso por un rato. Comencemos por dar el primer paso en la búsqueda del cambio.
Con ese fin quisiera que este blog se transformara en un intercambio de ideas, de broncas, de propuestas, de confidencias, de exteriorizaciones de la impotencia impuesta, de caminos alternativos, de todo lo que se nos ocurra... y todo lo que nos ocurra.
Hay algo que no aclaré antes: yo, a pesar de todo, continúo ejerciendo la docencia, pero desde “afuera del sistema”: trabajo como maestra de apoyo escolar a domicilio, ayudando a chicos de entre seis y doce años con problemas escolares de todo tipo. A lo largo del tiempo, hablé (más corazón a corazón que cara a cara) con mis alumnos (de a uno, no en una clase de veinte o veintiocho). Escuché razones, tristezas, esperanzas y decepciones de chicos y familias enteras de todo tipo y condición social. Puedo dar clarísimos ejemplos de que en el torbellino de impaciencias que es el mundo de hoy, a los chicos no se los escucha ni se los respeta como personas. Les exigimos que se conviertan en “adultos en miniatura”, y nos enojamos cuando nos cuestionan como si fueran adultos.
No te conformes con la explicación “de la falta de límites” o “la violencia social que sufren los chicos de hoy en día” o “el exceso de horas frente a la computadora o la TV”. Eso es muy cierto, pero demasiado generalizado, demasiado “global”. Y contra eso es poco lo que podés hacer, o aportar. Buscá más allá. Fijá la vista en el bosque y en el árbol a la vez. En el grado, en el chico y en la familia. Pero con una mirada piadosa. Todos tenemos nuestras razones. Seamos tolerantes con las razones ajenas, tan válidas como las propias. Empujemos juntos al auto que no arranca, sin importarnos determinar quién lo necesita.
Yo, por mi parte, iré subiendo al blog ejemplos cotidianos, frases, material de ayuda (¿Se informaron alguna vez sobre los “niños índigo” o “niños cristal”? ¿Leyeron alguna vez a Osho?) Aquí lo haremos juntos.
Esta es mi propuesta.
Espero tu respuesta.
De corazón a corazón.
Hasta muy pronto.