lunes, 1 de octubre de 2012

TDA/H - Trastorno por déficit de Atención (con o sin hiperactividad)

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad afecta al 5 ó 6% de la población escolar.
Es provocado por una alteración neurobiológica (no se debe a causas psicológicas) y se manifiesta, principalmente a través de la conducta. Por este motivo, el diagnóstico es clínico, se realiza a través de la observación de la conducta del niño.
 Se caracteriza por:
 • Desatención
• Hiperactividad / Impulsividad
(Puede reunir los tres síntomas, predominar la desatención, o predominar la hiperactividad y la impulsividad). Afecta al CONTROL EJECUTIVO del cerebro (FUNCIONES EJECUTIVAS), y debido a esto, el niño con TDA/H presenta dificultades para:
• Controlar su comportamiento hacia un objetivo previamente determinado (o encadenar acciones con un criterio para llegar a un fin).
• Pensar antes de actuar.
• Aprender de experiencias pasadas.
• Reducir la actividad motora cuando la tarea lo exige.
• Prestar atención(o sostenerla).
• Seguir instrucciones.
• Planificar y organizarse ante una tarea.
• Mantener amigos (especialmente en actividades pautadas o regladas).
Los niños que padecen este síndrome suelen tener un rendimiento escolar inferior al que les correspondería por su capacidad intelectual: pueden tener un coeficiente intelectual dentro de la media, pero al no poder mantener su atención, presentar dificultades para seguir instrucciones y cumplir pautas, no poder planificar y organizar, suelen recibir más retos y castigos, el 30% repite por lo menos un grado escolar y, debido a su desatención (sumada a la tendencia a actuar antes de pensar), son más propensos a sufrir accidentes que los niños sin TDA/H.
Por todo esto expuesto, es frecuente que desarrollen problemas de conducta que complican su vida social, sus relaciones con los adultos que los rodean (padres, maestros) y pares, así como trastornos depresivos o de ansiedad.
 La hiperactividad suele observarse desde una edad temprana, estos niños son muy inquietos desde que comienzan a caminar, están en constante movimiento y parecen inagotables. A medida que crecen se ve claramente su dificultad para acomodar su actividad motriz a las exigencias del ambiente, les cuesta permanecer sentados cuando la situación lo requiere, se remueven en su asiento y se levantan a cada rato hasta que son reprendidos por sus padres o maestros, para volver a hacer lo mismo después como si no pudiesen registrar las exigencias normativas del ambiente.
 La impulsividad hace que estos niños parezcan atropellados e impacientes, les cuesta esperar su turno en juegos o situaciones grupales, quieren todo ya, son muy insistentes e interrumpen las actividades de los demás como si quisieran ser siempre el centro de atención (aún "atropellan" verbalmente, sin poder escuchar al otro).
En cuanto al déficit de atención, los maestros notan que el niño se distrae mucho en clase y deja incompletas las tareas. En el hogar, muchas veces dan la impresión de no escuchar cuando se les habla y hay que repetirles varias veces las cosas para que las hagan.
Tienden a evitar las actividades que requieren un esfuerzo de atención, cometen errores por descuido y suelen dejarlas sin terminar.
Hay que estar a su lado para que hagan la tarea escolar y son olvidadizos, es frecuente que pierdan útiles y no sepan dónde dejaron sus cosas, ni qué hay que llevar al colegio al día siguiente.
Todas estas características se atenúan tanto cuando el niño se halla en una situación novedosa, o que lo motiva fuertemente y/o cuando recibe atención exclusiva. De manera inversa, se potencian y manifiestan más claramente frente a situaciones más rutinarias o en las que se requiere más perseverancia y autocontrol. Actualmente se considera que el Déficit de Atención con Hiperactividad está relacionado con una falta de balance en la producción cerebral de dos neurotransmisores: Dopamina y Noradrenalina. Estudios de metabolismo cerebral realizados sobre pacientes con este trastorno evidenciaron una menor actividad metabólica especialmente en la base de la corteza cerebral frontal, esta zona está relacionada con el control de los impulsos y la persistencia atencional. Si bien no se sabe con certeza la causa de esta falta de balance neuroquímico, existe considerable evidencia que la herencia juega un papel preponderante.
Ni las técnicas de crianza, ni los conflictos emocionales del niño o de sus padres son causales de TDA/H. (Este trastorno tiene una base BIOLÓGICA, no psicológica). Sin embargo, la manera que el niño se sienta aceptado o rechazado, estimulado o criticado, va a determinar su autoestima y sus posibilidades de desarrollar habilidades que le permitan compensar sus dificultades. Hasta hace pocos años, erróneamente, se creía que este problema se superaba espontáneamente en la adolescencia. Hoy en día, a partir de los estudios de seguimiento a largo plazo de grandes grupos de pacientes, realizados en Estados Unidos y Canadá, se observa que aunque la hiperactividad motriz disminuye, la impulsividad y el déficit atencional permanecen en el 60% de los casos a lo largo de toda la vida. En la vida adulta estos pacientes refieren tener muchos problemas interpersonales, inestabilidad laboral y afectiva, debido a los cambios frecuentes en su estado de ánimo, a su tendencia a perder el control fácilmente y a las dificultades que tienen para organizarse en sus actividades.
Para arribar al diagnóstico de este trastorno se requiere una minuciosa evaluación de la conducta del niño en los distintos ámbitos en los que se desenvuelve, así como de la historia de cada uno de sus síntomas, y cómo inciden éstos en su vida familiar y escolar. Es importante descartar que los síntomas de distracción no se deban a trastornos sensoriales (problemas de vista u oído), problemas respiratorios que interfieran con un descanso nocturno adecuado, descartar la presencia de depresión o ansiedad excesiva También es importante obtener una estimación del nivel madurativo del niño (en lo intelectual, social y emocional).
El electroencefalograma no tiene utilidad para diagnosticar el TDA/H. El diagnóstico es clínico, ya que no existen estudios de laboratorio para detectarlo. Requiere de un profesional idóneo que sepa hacer las preguntas pertinentes de manera de poder obtener información relevante. La evaluación neuropsicológica es fundamental para definir el tipo de tratamiento adecuado.
 En el caso de los docentes, además de ser fundamental mantener contacto permanente con el neuropsicólogo y la familia, hay ciertas pautas en la metodología de trabajo que ayudan al niño en su rendimiento escolar (incluso si aún estamos a la espera del diagnóstico, y aunque no estemos seguros de que el niño presenta TDA/H, estas pautas son de ayuda para todos los niños que presenten estas características).
La premisa de la que debemos partir es "convertir el aula en una "ritalina" pedagógica".
En el trabajo con un alumno del que sospechemos o tengamos la certeza que padece TDA/H, es importante tener en cuenta las siguientes pautas:
• Establecer el perfil neuropsicológico del niño, conocer sus puntos fuertes y débiles, y captar qué tiene de positivo.
• Trabajar con consignas breves, claras y concisas (una acción a realizar por consigna y una tarea a la vez).
(Esta prueba consiste en un texto que ofrece diferentes situaciones problemáticas, trabajo con numeración y cálculos. En los niños que presentan TDA/H es conveniente un ítem por cada situación problemática (también al alumno ofrecérselos de a uno) y evaluar las tres cosas por separado: por un lado: ¿Sabe el valor posicional de los números? (En este caso, el alumno tiene algunos números escritos correctamente, sin embargo, su nota fue 1... Cuando se confunde: ¿es porque no lo sabe o porque le resulta demasiada información junta en una fotocopia borrosa?); por otro lado: ¿Sabe hacer cálculos, sabe estimar, necesita hacer cuentas, los resuelve en lo concreto, hace "palitos", cuenta con los dedos?); y finalmente: ¿sabe qué cuenta utilizar para resolver una situación problemática dada? (y en esto, si se presentan todas las situaciones juntas, es evidente que ni pudo intentar resolverlas, aún cuando es capaz de hacerlo en una tarea en la que se da un único problema o si se lo va guiando oralmente). 

• Trabajar con fotocopias (letra clara y amplia)

(En este trabajo práctico, la fotocopia es borrosa (en partes no puede leerse), se ve que el niño intenta remarcar lo que no ve bien, pero su letra es más grande, no puede adaptarla y termina por desistir). 

• Si tiene que completar actividades en la fotocopia, dejarle para hacerlo espacios excesivamente amplios, que le resulten cómodos para trabajar, y permitirle resolver en lápiz si lo necesita (para evitar la complicación del "borrado" o el remarcado).


(En esta prueba, se observa la dificultad del alumno inclusive para escribir la fecha o su nombre, debido a que "no puede" escribirlo en el espacio que la docente le dejó para tal fin (para él, ese espacio es pequeño, y es una complicación que lo va a mantener centrado en eso). La misma complicación se le presenta cuando tiene que graficar fracciones. También es una "traba" para él que la docente presente la evaluación escrita en cursiva, porque al tratar de comprender la letra de su maestra, pierde concentración en lo que está leyendo (es decir, poner toda su atención en entender qué dice disminuye su comprensión lectora).

  • Permitirle trabajar en lápiz si lo necesita (para evitarle la complicación del borrado o el remarcado)
  • Que la presencia del adulto sea constante (guiarlo y acompañarlo en el paso a paso). El niño con TDA/H fracasa frente al método constructivista si se lo deja absolutamente solo. 
  • Tener bien en claro qué se desea lograr en el niño, qué se espera que él logre ("qué hago" y "para qué lo hago").
  • Repetición y ejercicio (para que adquiera la habilidad de resolver ciertas situaciones, necesitan repetirlas y ejercitarlas, muchas veces. Además, cuando se logra la "automatización" de ciertas acciones le permite centrar su atención en la resolución).
  • Ambiente físico estable, sin distractores; y rutinas que lo ayuden a saber "qué viene después" y "cuánto falta para...".
  • Motivación: Juegos, cuentos, música, T.I.C.
  • Respetar el tiempo de atención del niño.
  • Mantener el contacto visual.
  • Determinar sus ciclos de atención para saber cuál es el mejor momento para enseñar.
  • Evaluar constantemente nuestra labor docente y mantener permanente contacto con la familia y el neuropsicólogo o profesional que trabaja con el niño.
  • Buscar un "aliado pedagógico" en el aula (compañero con características opuestas y complementarias) y en la familia (recordando que uno o ambos padres y/o hermanos pueden padecer el mismo trastorno).
Finalmente, recordemos siempre que el aprendizaje debe darse en un ambiente relajado, y alegre... Exigir del alumno más de lo que puede dar es quitarle las ganas de lo que sí puede, bajar el nivel de lo que se enseña, o adaptar contenidos sólo porque nos parece "que no va a poder" es limitarlo... 
Acompañemos, preguntémonos cada día qué es lo que a nuestros alumnos les sirve para la vida, para crecer como seres íntegros y felices, observemos continuamente cuál es la forma de aprender de cada uno y qué herramientas los ayudarán a alcanzar sus metas en el futuro... y por sobre todo, tengamos la humildad de escuchar y aprender nosotros ante cada situación...

jueves, 28 de octubre de 2010

Perlita histórica

Este es el contrato que firmaban las maestras en 1923

Este es un acuerdo entre la señorita.................. maestra, y el Consejo de Educación y la Escuela........................... por la cual la señorita ........................................... acuerda impartir clases por un período de ocho meses a partir del ................... de 1923.

La señorita acuerda:
1º - No casarse. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa.
2º - No andar en compañía de hombres.
3º - Estar en su casa entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana, a menos que sea para atender una función escolar.
4º - No pasearse por las heladerías del centro de la ciudad.
5º - No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin el permiso del presidente del Consejo de Delegados.
6º - No fumar cigarrillos. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando.
7º - No beber cerveza, vino ni whisky. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra bebiendo.
8º - No viajar en ningún coche o automóvil con ningún hombre, excepto su hermano y su padre.
9º - No vestir ropas de colores brillantes.
10º - No teñirse el pelo.
11º - Usar al menos dos enaguas.
12º - No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos.
13º - Mantener limpia el aula:
a) Barrer el suelo del aula al menos una vez al día.
b) Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente y jabón.
c) Encender el fuego a las siete, de modo que la habitación esté caliente a las ocho cuando lleguen los niños.
d) Limpiar la pizarra una vez al día.
14º - No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.

(Fuente: Extraído de "La Revista del Consejo Nacional de la Mujer", Año 4, Número 12, Marzo de 1999, Buenos Aires)


viernes, 13 de agosto de 2010

La incoherencia de la vida


(Poema de María Clara Segobia - Cónsul das Poetas do Mundo)


No está permitido
niño gritar.
No está permitido
niño saltar.
No está permitido
niño correr y jugar.

Aunque grite, salte,
corra, juegue,
existe una norma.
Debe saltar con calma.
Gritar con moderación.
Jugar sin ruido.

El adulto puede
gritar sin medida.
Triste incoherencia
de las leyes adultas.

miércoles, 7 de julio de 2010

Opiniones diversas sobre educación


"...Uno tenía que atiborrar su mente con todas estas cosas, gústele o no. Esta coerción tenía un efecto deteriorante tan grande que después que pasé el examen final descubrí que tener que considerar cualquier problema científico resultó desagradable durante todo un año.

Es un milagro que los métodos modernos de instrucción no hayan estrangulado totalmente el sagrado espíritu de la investigación: porque esta delicada planta, además del estímulo, necesita la libertad para sobrevivir; sin esto, naufragará y se arruinará sin duda.

Es un grave error pensar que el disfrute de observar e investigar se puede promover por medio de la coerción y el sentido del deber.

Albert Einstein

lunes, 10 de mayo de 2010

MISIÓN – PROFESIÓN – VOCACIÓN

Misión es el “para qué” venimos a esta Tierra. El proyecto que llevamos desde el momento anterior al nacimiento, y que da sentido, fundamenta ese nacimiento.

Desde chicos, se observan en nosotros, las “herramientas” que traemos, los dones con los que contamos, para “cumplir esa Misión”.

Fulanita es rebelde, contestadota. Menganita es callada y diplomática. Otro es mediador. Otro, artista, creativo con algo de locura. Otro, activo, práctico y emprendedor. No me refiero a cómo se va formando la personalidad según nuestro entorno social, familiar o cultural, sino al bagaje de actitudes, conocimientos, que ya traemos con nosotros y se distinguen desde el mismo instante en que nacemos, esa “sabiduría innata”.

La palabra vocación suena a algo parecido. Es aquello que nos gusta hacer, que nos atrae, que sentimos “estar hechos para ello”, que realizaríamos aún sin tener paga alguna por hacerlo. La “vocación” está referida a algo más terreno, menos espiritual, más “de esta vida”; en tanto que el término “misión” es más abarcativo, va mucho más allá, incluye un “algo” espiritual. (Quienes creen en la existencia de más de una vida, es decir, en la reencarnación, también creen que empleamos varias de estas encarnaciones para el cumplimiento de una misión).

Profesión, en cambio, está relacionada con alguna actividad de índole comercial, laboral, o estudios que nos permitan alcanzar o desarrollar dicha actividad. Es aquello a lo que nos dedicamos (o nos dedicaremos), para obtener un rédito económico que (supuestamente) nos permitirá subsistir.

Cuando misión-profesión-vocación van juntas, la persona siente plenitud, felicidad, algo así como “la seguridad de estar haciendo lo que uno vino a hacer”. Como consecuencia de esa plenitud, de esa alegría, surge una gran corriente de energía positiva que reafirma el continuar en ello, aún cuando el pago sea insuficiente o, exija pasar muchas horas trabajando con ese fin.

Como antes mencionaba, al nacer, el bebé ya trae consigo herramientas para cumplir con su misión, y otras a ampliar, o mejorar, que le permitirán superarse cada vez más, “crecer” más allá del crecimiento físico.

En el Jardín de Infantes, a menudo se valoran las diferencias, se trabaja mucho mediante el juego, en libertad, y las “herramientas” de cada niño, se ven en todo su potencial, en cada actividad que realiza.

A medida que el chico crece, comenzamos (como padres y como docentes), a poner nuestras expectativas personales en él, y esto puede jugar a favor suyo o en su contra… (¿Qué sucede si la “misión” del niño no está “alineada” con una “profesión” bien remunerada o que implique el prestigio social, que nosotros deseamos “para él”? ¿Qué pasa cuando una vocación (como la artística) no se ve socialmente como una profesión y la dejamos limitada a “un hobby”?). A esto, sumémosle la “obligación social” de, precisamente, “socializarlos”. Solemos confundir “socialización” con “uniformidad”. Esperamos y pedimos que se comporten “normalmente” (¿Y qué es “normalmente”? ¿Es posible que algo sea “normal” para una familia y “extraño” para otra?). Entonces, exigimos que se junten con “familias como uno” (lo que los vuelve intolerantes e irrespetuosos ante realidades ajenas, tan válidas como la nuestra), que estén callados y atentos aún ante una actividad aburrida o lejana a ellos, distante a sus emociones. (¿A que nadie tiene que “obligarlos” a permanecer quietos y callados cuando ven la serie de televisión que les gusta? Y que guste, no necesariamente quiere decir que sea naif, o de poco contenido. Hay programas de gran contenido metafísico o filosófico de trasfondo (como por ejemplo, “Casi Ángeles”), otros, de contenido científico (como los de Animal Planet), y otros sí, de entretenimiento (que también es necesario, y un tema sobre el cual me explayaré en otra entrada).

Una vez, en un Colegio secundario católico al que asistí, la Rectora nos dijo que “en misa HABÍA que permanecer callados”. Y nos puso el ejemplo de una santa que se aburría tanto por no entender las misas, que contaba una y otra vez las velas de la Iglesia.

No lo expresé, pero recuerdo haber pensado… “entonces… ¿para qué sirve una misa?”. Obviamente, jamás admiré a esa santa, ni fue ningún ejemplo educativo para mí (de hecho, ni siquiera recuerdo su nombre), y con mi prima, decidimos que era mucho más entretenido mirar chicos, que contar velas, en las misas. Y eso no nos hizo mejores ni peores personas, ni mejores o peores cristianas.

En definitiva, el problema es que, cuando socializamos, estamos educando para vivir en sociedad, pero cuando uniformamos, cercenamos, coartamos posibilidades, logramos que se destaquen los que se callan, los que no se muestran, los que ceden posiciones propias ante posturas ajenas, los que aceptan normas externas sin haber comprendido o internalizado si esa norma es válida y, por ende, no luchan por cambiar normas obsoletas o ridículas, los que se muestran como los demás los quieren ver, los que se reprimen ante la opinión del grupo. Al crecer se volverán cerrados, intolerantes, adaptables tanto a lo bueno como a lo malo, incapaces de valorar las diferencias como algo enriquecedor, creedores de que todo lo bueno se limita a lo que ellos piensan porque la mayoría piensa igual, o porque lo dijo un famoso escritor internacional (que era un perfecto desconocido hasta que el marketing nos hizo pensar que el libro que vemos hasta en la sopa es genial, y todos “debemos” leerlo).

Esto no se ve, pasa desapercibido en nuestra sociedad, pero… a pesar de haber dejado de comprarles armas de juguete, a pesar de obligarlos a juntarse con “iguales” por miedo a lo diferente, los chicos están cada vez más insatisfechos, apáticos, tristes, violentos, y manejados por un capitalismo que (a través de ellos) nos manejará a nosotros. La droga afecta por igual a todos los “desiguales”. Y en lo personal, no creo que esto se deba únicamente a una cuestión de límites. Es una cuestión de AMOR AL OTRO, de AMAR AL PRÓJIMO Y A NOSOTROS MISMOS, EXACTAMENTE POR IGUAL, y con todo lo que la palabra “AMOR” significa: aguante, tolerancia, respeto, discusiones, abrazos, llanto, risas, aceptación, y todo lo que no cabe en palabras…

Hoy en día, las sociedades necesitan chicos cuestionadores, pero tolerantes; firmes y con personalidad, pero que sepan respetar a quienes sostengan ideas o creencias diferentes. Y como docentes, lo primordial es SABER ESCUCHAR, SER CAPACES DE VER Y SENTIR más allá de lo que escuchamos, y AYUDAR DESDE LA REALIDAD DEL OTRO y la aceptación de la misma (no condescendientes, no erróneamente compasivos, y nunca, JAMÁS JAMÁS JAMÁS, juzgando desde nuestra propia realidad vista como la mejor, porque ese es uno de los mayores errores que todos cometemos…

En un mundo tan difícil, ACEPTAR, TOLERAR, ESCUCHAR Y ABRAZAR no son acciones tan difíciles.

Y hablemos, pero también HAGAMOS ACORDE A LO QUE HABLAMOS… un ejemplo vale más que mil palabras…

ROXANA LAURA RONQUILLO

Junio de 2009

domingo, 25 de abril de 2010

ALUMNOS INTELIGENTES (Un poco de humor...)







Continuando con ronda de preguntas y respuestas...




Profesor: “Joaquín, diga el presente del indicativo del verbo caminar.”
Alumno: “Yo camino.... Tú caminas... Él camina… ”
Profesor: “¡Más deprisa!”
Alumno: “Nosotros corremos, vosotros corréis, ellos corren.”

Profesor: "¿Qué debo hacer para repartir 11 patatas entre 7 personas?"
Alumno: "Puré de patata, profesor"

Profesor: “Llovía... ¿Qué tiempo es?”
Alumno: “Es un tiempo muy malo, señor profesor.”

Profesor: “¿Cuántos corazones tenemos nosotros?”
Alumno: “Dos, señor profesor.”
Profesor: “¿Dos?”
Alumno: “Si, el mío y el suyo.”

Dos alumnos llegan tarde a la escuela y dicen como justificación:
1er. Alumno: “Me he despertado tarde, he soñado que fui a la Polinesia y el viaje ha tardado mucho.”
2do. Alumno: “Y yo me he ido a esperarlo al aeropuerto.”

Profesor: “Paco, diga 5 cosas que contengan leche.”
Alumno: “Si, señor profesor. Un queso y 4 vacas”

Profesor (preguntando en un examen oral a un alumno de Derecho):”¿Qué es un fraude?”
Alumno: “Un fraude es lo que está haciendo usted.”
Profesor (indignado): “¿Cómo es eso?”
Alumno: “Según el código penal, comete fraude todo aquél que se aprovecha de la ignorancia del otro para perjudicarlo.”

Profesora: “María, señale en el mapa donde queda América del Norte.”
María: “Aquí está”
Profesora: “Correcto. Ahora los demás respondan: ¿Quién descubrió América?”
Los demás: “María”

Profesora: “Juanito, dime con sinceridad, ¿rezas antes de las comidas?”
Juanito: “No, sra. Profesora, no lo necesito, mi madre es buena cocinera.”

Profesora: “Arturo, tu redacción “Mi perro” es exactamente igual a la de tu hermano. ¿La has copiado?”
Arturo: “ No, profesora, es que el perro es el mismo.”

Profesora: “Carlitos, ¿qué nombre se da a una persona que continua hablando aunque los demás no estén interesados?”
Carlitos: “Profesora”

viernes, 9 de abril de 2010

Gran error docente nº 2: Las preguntas del profesor Jirafales

A veces es difícil llevar adelante una clase.
Especialmente cuando se trata de hilvanar ideas para que los niños lleguen a una determinada conclusión.
A menudo, los docentes, cuando nos planteamos las preguntas, al planificar la clase, conocemos las respuestas. Es decir, hacemos la pregunta sabiendo la respuesta de antemano. Y en este "intentar llevar" a los chicos por el mismo camino, surgen "desvíos" que no teníamos en mente (Como le pasa al profesor Jirafales: la pregunta que hace es lógica para él, pero también son lógicas las respuestas que dan sus alumnos, que no saben absolutamente nada del tema).
Para quienes somos de la generación del Chavo del 8, sabemos que esto está exagerado casi hasta el ridículo, para volverlo gracioso, pero hay preguntas que los docentes hacemos cotidianamente sin notar que son de ese estilo.

Ejemplos reales:

Quinto grado de la escuela primaria. La docente está dando una clase sobre la corriente inmigratoria en la República Argentina. Busca llevar a los chicos al concepto de "fuente de datos", es decir, de dónde el historiador obtiene los datos necesarios para conocer cómo era determinada sociedad, sus características, pirámide poblacional, etc.
Luego de haber leído del manual y conversado sobre esas características sociales, llega la pregunta:
DOCENTE. - ¿Y de dónde podemos sacar los datos para saber todo esto?
(La respuesta que ella tenía en mente era "censos, fotografías de época, cartas, periódicos...")
(El alumno, en cambio, es más simple y recurre a lo que él sabe...)
ALUMNO. - De la página 95 del manual...

(Si lo analizamos: ¿está mal la respuesta? ¿O la pregunta está formulada anticipando una respuesta que nos parece la única posible? Para el alumno es absolutamente lógico y correcto, porque él obtuvo esos datos de la página 95 del manual, es probable que por comodidad jamás investigue en otro sitio, y no tiene la menor idea del trabajo de los historiadores)

Cuarto grado. Tarea de la primer clase de Ciencias Naturales (un cuestionario con veinte preguntas diversas):
Responde a las siguientes preguntas:
1) ¿Qué pasa con el agua en la naturaleza?
????

(Esta pregunta es tan abarcativa que no sólo el alumno, sino tampoco los padres saben qué responder, porque desconocen a qué apunta la docente específicamente, ya que no es un trabajo de investigación sobre el agua, sino veinte preguntas que van desde los factores abióticos, hasta el cuerpo humano... ¿En qué se basa, entonces, la respuesta? ¿En el ciclo del agua? ¿En la contaminación del agua? ¿En las inundaciones? ¿En la importancia del agua para los seres vivos?.
Nuevamente, el docente formula la pregunta teniendo en mente la respuesta a la que él pretende que los alumnos lleguen.)

Vamos a distendernos un poco, y a reírnos con el "profe" Jirafales:



Y ahora, concentrémonos en nuestra tarea reviendo algunos puntos clave que debemos tener en cuenta cuando formulemos preguntas:
1) Partir del conocimiento previo que el alumno tiene sobre el tema (nunca del que nosotros, docentes, tenemos)
2) Tener en claro a dónde queremos llegar, pero formulando las preguntas como si desconociéramos la respuesta. (Es decir, que el punto de partida sea la pregunta misma, no la respuesta,... y ver a dónde nos lleva)
3) La pregunta debe ser clara, concisa. Si es muy abarcativa, desdoblémosla en varias preguntas más específicas, apuntando al conocimiento al que el alumno debe llegar en esa clase.
4) Cuando conversamos en clase un determinado tema, y la tarea se refiera a esa conversación, tener presente que el padre del alumno no sabe qué fue lo que hablamos en clase, es decir, que seamos previsores en cuanto a que la mayoría de los chicos "se olvidó" el tema ni bien llegó a casa, o "no lo entendió", y el padre no podrá ayudarle a completar esa tarea. Que siempre quede plasmado, al menos un resumen de lo conversado, o los conceptos básicos.
5) Pensemos en el profesor Jirafales al planificar la clase, buscando TODAS las respuestas que puedan surgir, lógicas o ilógicas, reformulando las preguntas una y otra vez (y divirtiéndonos también un poco... ¿por qué no?)

¡Mucha suerte!... Y hasta el próximo error...